jueves, septiembre 07, 2006

De Carne Somos



“Panorama circense, la argentina eh” y “la misma vieja historia vieja”. Dos enunciados acuñados por el viejo Don Chuleta, fiel reflejo tercermundista de la otrora creación hollywoodense, Bill “The Butcher”, bañado en sangre, tajando el viento con la extensión de su cuerpo: el cuchillo. Dos frases reflejos de la pura cepa suburbana actúan como los primeros eslabones de esta reconstrucción vertiginosa – para que no se corte la cadena de frío – de la historia argentina y de su hija prodiga, junto con el tango, la birome, el colectivo, el dul..., la carne.
Jugosa, seca o a punto se van turnando históricamente en la adjetivación del andrógino payador argento. De carne somos, fuimos y seremos, irremediablemente.
Hacia las primeras serigrafías nacionales Esteban Echeverría, en “El Matadero” describió con extremo sarcasmo y minuciosidad el rol de la carne en los primeros años de la historia argentina. Dicho universo narrativo es frecuentado por unitarios, federales, restauradores, sangre, iglesia, hambrunas, cuchillos, matanza, amenazas, ojos rojos, furia, vacas vaqueras, toros salvajes, decapitaciones, política, intereses económicos, miopía, ponderación irracional de las posturas, carniceros, espejismos, tormentas, predicciones. Esta última palabra se extrapola del universo narrativo para navegar por las ideas políticas y la concepción de la realidad que poseía el primer romántico de estos lares, quién finaliza su obra refiriendo que “el foco de la federación estaba en el matadero”.
Las incontables primaveras, veranos, otoños y, nuevamente, primaveras que se han sucedido a lo largo de la “Carnicería Argentina”, presenciaron, incansablemente, cómo fueron interactuando, pujando y relacionándose todos y cada uno de los actores y descripciones anteriormente señalados –algunos con otros ropajes-. Pero como la carne -uno de los principales actores económicos de Argentina, sino el principal- necesitaba ser condimentada, según aclaman aquellos híbridos “gastrohistoriadores”, se fueron sucediendo escenarios, hechos y actores que la condimentaron a gusto y piacere: invernadores, frigoríficos, criadores, industrialización, sustitución de importaciones, SRA, Tratado Roca-Runciman, divisas, comprar a quien nos compra, IAPI, restricciones a las importaciones y exportaciones, olgarquía, vaca loca, aftosa, inflación, etc.
Hoy en día mientras Sasturain sostiene que: “El melancólico peceto navega así, en salsa anodina y plato de vieja, sin un destino jugoso ni otra aventura a la vistaque un agridulce mechado violador”, la carne esta al horno, y nosotros la acompañamos, porque el nuevo viejo conflicto vuelve a reaparecer, bajo el manto inflacionario, con dos nombres propios: intransigencia presidencial y avaricia sectorial, y al parecer no hay un consenso que se pueda vislumbrar en el destino de dicha disputa. Mientras tanto, los comensales esperan ajenos.
Esta editorial o escrito es enunciativo más que explicativo, pero apuesta sus fichas a la reflexión de algunas cuestiones en la Ruleta de nuestro país.
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