Crónicas de un glóbulo rojo: de la autopista al barrio
Siglo XVII. Recóndito laboratorio de estirpe barroco. El legado de Miguel Servet y sus primeros pasos hacia la biología. Sombras lúgubres calientan las mentes gélidas. Recovecos científicos embriagan el conocimiento. Guillermo Harrey, adentrándose empíricamente en torrentes de sangre, concluye su investigación afirmando a la posteridad que el calor corporal está dado por la circulación sanguínea, refutando y arrojando al precipicio del olvido todo lo que se venía sosteniendo con autoridad hasta el momento.
El científico estrecha su mano e invita a nombres propios y anónimos a ingresar en el acelerado y eficaz “paradigma de la circulación”. Dicho paradigma, perpetuado por distintos actores sociales, traslada el movimiento de la sangre a pensar que cualquier forma de circulación es positiva para las sociedades venideras. Es decir, es cooptado por el proyecto de la modernidad, adentrándose en los distintos campos que comprenden el escenario moderno, tales como la economía y el diseño del espacio urbano. La circulación se transforma, de esta manera, en uno de los principales conceptos de la modernidad. Cuando la sangre deja de circular al interior del cuerpo, el cuerpo muere, desprendiéndose el mismo destino fatal para las ciudades en caso de no ponderarse la circulación en el seno de las mismas. La ciudad moderna es diseñada en pos de garantizar y perpetuar la libre circulación, cualquier obstáculo es motivo de conflicto social.
Siglo XVIII en adelante circulando hacia el infinito. Planificación urbanística sometida a la apertura, la monumentalidad y el fluir. Avenidas como arterias. Boulevares de sueños rotos. Autopistas ofician de tentáculos. Espacios verdes como pequeños pulmones conformistas. La salud de la ciudad en manos de la circulación. Todo debe circular velozmente. Caballos, carrozas, trenes, tranvías y autos viajando hacia el punto de fuga. Enormes edificios como lápidas de árboles muertos. Eficacia y relojes cabalgan las rutas a toda velocidad. Aceleración. Destellos de luz en “off-side”. Espacio como pasaje. Visibilidad panóptica. Ciudad-teatro, ciudad-maquina, ciudad-moderna: adjetivos polifacéticos.
Argentina. 1995. Presidencia de Menem. Leyes de flexibilización laboral. Alto porcentaje de desocupación. Precarización de las condiciones de trabajo. Discurso oficial divulga crecimiento económico. Barrios hundiéndose en la pobreza. Fábricas en quiebra. Decadencia de la producción nacional. Hambre. Desnutrición. Muertes. Trabajadores desocupados salen a las calles. Corte de rutas. Piquetes como método de protesta y lucha. Coágulos en la circulación urbana.
Los trabajadores desocupados salen a las calles para refutar el discurso que predomina en la sociedad defendiendo un pleno empleo, cuya inexistencia es palpable en los barrios. El corte de rutas se instaura como el mecanismo de lucha, de reivindicación, de reconstrucción de identidad. El piquete como hecho social implica: por un lado, la visibilidad del otro, excluido de la vida social, del consumo, del “uno a uno”, de los viajes al exterior; por otro costado, la obstrucción de la circulación, dada la proliferación de diversos coágulos piqueteros que obstaculizan la velocidad, la eficacia y la aceleración en muchísimos escenarios del país, lo que genera un conflicto social.
El piquete, persiguiendo el sendero teórico diseñado por Gilles Deleuze, representaría una línea de fuga del paradigma de la circulación, ya que obstruye el devenir de las arterias urbanas. El piquete no huye del paradigma, sino que, en tanto línea de fuga, hace que ese mundo, ese paradigma huya. Según Deleuze, en las líneas de fuga “se inventan armas nuevas que se oponen a las pesadas armas de Estado” y el arma viviente del piquete sería el mismo movimiento colectivo, que impide la libre circulación como forma de oponerse a distintas armas pesadas tales como: la desnutrición infantil, el hambre y la desocupación.
Argentina. 1997. Multiplicación de piquetes en la escenografía urbana. Crecimiento de los distintos movimientos piqueteros como nuevos actores sociales. Persisten las averías en el sistema circulatorio nacional. El surgimiento de grandes corrientes nacionales como CCC, FTV y CTA articula el movimiento piquetero y le da carácter nacional, excluyendo la autonomía y la espontaneidad que proviene desde las bases. El gobierno de Carlos Saúl Menem elabora una política de subsidios para empleados desocupados conocida como “Planes Trabajar”, a través de los cuales el Estado intenta silenciar las protestas que tornan contradictorio el discurso del gobierno acerca del crecimiento de la economía nacional. Los grandes movimientos nacionales negocian con el gobierno el otorgamiento de dichos planes, desacreditando la génesis misma de la identidad piquetera. De esta manera, continuando con Deleuze, el arma identitaria del piquete sería acallada y, en parte, apropiada por el Estado, a partir de la instrumentalización de los planes trabajar. Pero hay un grupo minoritario, una línea de fuga en el seno del movimiento piquetero nacional que desiste a ser domesticado por el gobierno, a partir de su premisa de construir desde el barrio: el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza.
La Matanza. 1997 hasta la actualidad. El MTD de La Matanza rechaza la “supuesta” ayuda del Estado. Se encuentra a contramano de la mayoría de las agrupaciones piqueteras. Decepción. Angustia. Camino sin salida: ¿hambre o redención domesticada? Búsqueda de salidas colectivas y democráticas. Camino autogestivo. Construcción desde el barrio: panadería; taller de costura; el CEFOCC, Centro para la Educación y Formación de la Cultura Comunitaria; editorial; taller de serigrafía; radio; escuela.
El MTD La Matanza comienza a “construir desde el barrio”, empíricamente, aprendiendo de sus propias experiencias. Esta construcción implica distanciarse de los cortes de ruta para resignificar el piquete y abocarse a la realización de auto-emprendimientos que tengan como punto de partida el propio barrio. La génesis de este MTD encamina su proyecto a partir de la horizontalidad, de la democracia directa y la búsqueda de un consenso, entreverándose como línea de fuga, en el marco de la burocratización del movimiento piquetero.
El MTD La Matanza ubica hacia el final de su línea de fuga, de su destino horizontal y cooperativamente construido, nuevas formas de relacionarse socialmente. La primera estación de dicho viaje es la inauguración de una escuela, en el seno de un proyecto educativo alternativo. En el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza, que esquiva el camino de la burocratización, la circulación resulta ajena y su obstrucción añeja.
El científico estrecha su mano e invita a nombres propios y anónimos a ingresar en el acelerado y eficaz “paradigma de la circulación”. Dicho paradigma, perpetuado por distintos actores sociales, traslada el movimiento de la sangre a pensar que cualquier forma de circulación es positiva para las sociedades venideras. Es decir, es cooptado por el proyecto de la modernidad, adentrándose en los distintos campos que comprenden el escenario moderno, tales como la economía y el diseño del espacio urbano. La circulación se transforma, de esta manera, en uno de los principales conceptos de la modernidad. Cuando la sangre deja de circular al interior del cuerpo, el cuerpo muere, desprendiéndose el mismo destino fatal para las ciudades en caso de no ponderarse la circulación en el seno de las mismas. La ciudad moderna es diseñada en pos de garantizar y perpetuar la libre circulación, cualquier obstáculo es motivo de conflicto social.
Siglo XVIII en adelante circulando hacia el infinito. Planificación urbanística sometida a la apertura, la monumentalidad y el fluir. Avenidas como arterias. Boulevares de sueños rotos. Autopistas ofician de tentáculos. Espacios verdes como pequeños pulmones conformistas. La salud de la ciudad en manos de la circulación. Todo debe circular velozmente. Caballos, carrozas, trenes, tranvías y autos viajando hacia el punto de fuga. Enormes edificios como lápidas de árboles muertos. Eficacia y relojes cabalgan las rutas a toda velocidad. Aceleración. Destellos de luz en “off-side”. Espacio como pasaje. Visibilidad panóptica. Ciudad-teatro, ciudad-maquina, ciudad-moderna: adjetivos polifacéticos.
Argentina. 1995. Presidencia de Menem. Leyes de flexibilización laboral. Alto porcentaje de desocupación. Precarización de las condiciones de trabajo. Discurso oficial divulga crecimiento económico. Barrios hundiéndose en la pobreza. Fábricas en quiebra. Decadencia de la producción nacional. Hambre. Desnutrición. Muertes. Trabajadores desocupados salen a las calles. Corte de rutas. Piquetes como método de protesta y lucha. Coágulos en la circulación urbana.
Los trabajadores desocupados salen a las calles para refutar el discurso que predomina en la sociedad defendiendo un pleno empleo, cuya inexistencia es palpable en los barrios. El corte de rutas se instaura como el mecanismo de lucha, de reivindicación, de reconstrucción de identidad. El piquete como hecho social implica: por un lado, la visibilidad del otro, excluido de la vida social, del consumo, del “uno a uno”, de los viajes al exterior; por otro costado, la obstrucción de la circulación, dada la proliferación de diversos coágulos piqueteros que obstaculizan la velocidad, la eficacia y la aceleración en muchísimos escenarios del país, lo que genera un conflicto social.
El piquete, persiguiendo el sendero teórico diseñado por Gilles Deleuze, representaría una línea de fuga del paradigma de la circulación, ya que obstruye el devenir de las arterias urbanas. El piquete no huye del paradigma, sino que, en tanto línea de fuga, hace que ese mundo, ese paradigma huya. Según Deleuze, en las líneas de fuga “se inventan armas nuevas que se oponen a las pesadas armas de Estado” y el arma viviente del piquete sería el mismo movimiento colectivo, que impide la libre circulación como forma de oponerse a distintas armas pesadas tales como: la desnutrición infantil, el hambre y la desocupación.
Argentina. 1997. Multiplicación de piquetes en la escenografía urbana. Crecimiento de los distintos movimientos piqueteros como nuevos actores sociales. Persisten las averías en el sistema circulatorio nacional. El surgimiento de grandes corrientes nacionales como CCC, FTV y CTA articula el movimiento piquetero y le da carácter nacional, excluyendo la autonomía y la espontaneidad que proviene desde las bases. El gobierno de Carlos Saúl Menem elabora una política de subsidios para empleados desocupados conocida como “Planes Trabajar”, a través de los cuales el Estado intenta silenciar las protestas que tornan contradictorio el discurso del gobierno acerca del crecimiento de la economía nacional. Los grandes movimientos nacionales negocian con el gobierno el otorgamiento de dichos planes, desacreditando la génesis misma de la identidad piquetera. De esta manera, continuando con Deleuze, el arma identitaria del piquete sería acallada y, en parte, apropiada por el Estado, a partir de la instrumentalización de los planes trabajar. Pero hay un grupo minoritario, una línea de fuga en el seno del movimiento piquetero nacional que desiste a ser domesticado por el gobierno, a partir de su premisa de construir desde el barrio: el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza.
La Matanza. 1997 hasta la actualidad. El MTD de La Matanza rechaza la “supuesta” ayuda del Estado. Se encuentra a contramano de la mayoría de las agrupaciones piqueteras. Decepción. Angustia. Camino sin salida: ¿hambre o redención domesticada? Búsqueda de salidas colectivas y democráticas. Camino autogestivo. Construcción desde el barrio: panadería; taller de costura; el CEFOCC, Centro para la Educación y Formación de la Cultura Comunitaria; editorial; taller de serigrafía; radio; escuela.
El MTD La Matanza comienza a “construir desde el barrio”, empíricamente, aprendiendo de sus propias experiencias. Esta construcción implica distanciarse de los cortes de ruta para resignificar el piquete y abocarse a la realización de auto-emprendimientos que tengan como punto de partida el propio barrio. La génesis de este MTD encamina su proyecto a partir de la horizontalidad, de la democracia directa y la búsqueda de un consenso, entreverándose como línea de fuga, en el marco de la burocratización del movimiento piquetero.
El MTD La Matanza ubica hacia el final de su línea de fuga, de su destino horizontal y cooperativamente construido, nuevas formas de relacionarse socialmente. La primera estación de dicho viaje es la inauguración de una escuela, en el seno de un proyecto educativo alternativo. En el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza, que esquiva el camino de la burocratización, la circulación resulta ajena y su obstrucción añeja.