miércoles, septiembre 20, 2006

Crónicas de un glóbulo rojo: de la autopista al barrio



Siglo XVII. Recóndito laboratorio de estirpe barroco. El legado de Miguel Servet y sus primeros pasos hacia la biología. Sombras lúgubres calientan las mentes gélidas. Recovecos científicos embriagan el conocimiento. Guillermo Harrey, adentrándose empíricamente en torrentes de sangre, concluye su investigación afirmando a la posteridad que el calor corporal está dado por la circulación sanguínea, refutando y arrojando al precipicio del olvido todo lo que se venía sosteniendo con autoridad hasta el momento.
El científico estrecha su mano e invita a nombres propios y anónimos a ingresar en el acelerado y eficaz “paradigma de la circulación”. Dicho paradigma, perpetuado por distintos actores sociales, traslada el movimiento de la sangre a pensar que cualquier forma de circulación es positiva para las sociedades venideras. Es decir, es cooptado por el proyecto de la modernidad, adentrándose en los distintos campos que comprenden el escenario moderno, tales como la economía y el diseño del espacio urbano. La circulación se transforma, de esta manera, en uno de los principales conceptos de la modernidad. Cuando la sangre deja de circular al interior del cuerpo, el cuerpo muere, desprendiéndose el mismo destino fatal para las ciudades en caso de no ponderarse la circulación en el seno de las mismas. La ciudad moderna es diseñada en pos de garantizar y perpetuar la libre circulación, cualquier obstáculo es motivo de conflicto social.
Siglo XVIII en adelante circulando hacia el infinito. Planificación urbanística sometida a la apertura, la monumentalidad y el fluir. Avenidas como arterias. Boulevares de sueños rotos. Autopistas ofician de tentáculos. Espacios verdes como pequeños pulmones conformistas. La salud de la ciudad en manos de la circulación. Todo debe circular velozmente. Caballos, carrozas, trenes, tranvías y autos viajando hacia el punto de fuga. Enormes edificios como lápidas de árboles muertos. Eficacia y relojes cabalgan las rutas a toda velocidad. Aceleración. Destellos de luz en “off-side”. Espacio como pasaje. Visibilidad panóptica. Ciudad-teatro, ciudad-maquina, ciudad-moderna: adjetivos polifacéticos.
Argentina. 1995. Presidencia de Menem. Leyes de flexibilización laboral. Alto porcentaje de desocupación. Precarización de las condiciones de trabajo. Discurso oficial divulga crecimiento económico. Barrios hundiéndose en la pobreza. Fábricas en quiebra. Decadencia de la producción nacional. Hambre. Desnutrición. Muertes. Trabajadores desocupados salen a las calles. Corte de rutas. Piquetes como método de protesta y lucha. Coágulos en la circulación urbana.
Los trabajadores desocupados salen a las calles para refutar el discurso que predomina en la sociedad defendiendo un pleno empleo, cuya inexistencia es palpable en los barrios. El corte de rutas se instaura como el mecanismo de lucha, de reivindicación, de reconstrucción de identidad. El piquete como hecho social implica: por un lado, la visibilidad del otro, excluido de la vida social, del consumo, del “uno a uno”, de los viajes al exterior; por otro costado, la obstrucción de la circulación, dada la proliferación de diversos coágulos piqueteros que obstaculizan la velocidad, la eficacia y la aceleración en muchísimos escenarios del país, lo que genera un conflicto social.
El piquete, persiguiendo el sendero teórico diseñado por Gilles Deleuze, representaría una línea de fuga del paradigma de la circulación, ya que obstruye el devenir de las arterias urbanas. El piquete no huye del paradigma, sino que, en tanto línea de fuga, hace que ese mundo, ese paradigma huya. Según Deleuze, en las líneas de fuga “se inventan armas nuevas que se oponen a las pesadas armas de Estado” y el arma viviente del piquete sería el mismo movimiento colectivo, que impide la libre circulación como forma de oponerse a distintas armas pesadas tales como: la desnutrición infantil, el hambre y la desocupación.
Argentina. 1997. Multiplicación de piquetes en la escenografía urbana. Crecimiento de los distintos movimientos piqueteros como nuevos actores sociales. Persisten las averías en el sistema circulatorio nacional. El surgimiento de grandes corrientes nacionales como CCC, FTV y CTA articula el movimiento piquetero y le da carácter nacional, excluyendo la autonomía y la espontaneidad que proviene desde las bases. El gobierno de Carlos Saúl Menem elabora una política de subsidios para empleados desocupados conocida como “Planes Trabajar”, a través de los cuales el Estado intenta silenciar las protestas que tornan contradictorio el discurso del gobierno acerca del crecimiento de la economía nacional. Los grandes movimientos nacionales negocian con el gobierno el otorgamiento de dichos planes, desacreditando la génesis misma de la identidad piquetera. De esta manera, continuando con Deleuze, el arma identitaria del piquete sería acallada y, en parte, apropiada por el Estado, a partir de la instrumentalización de los planes trabajar. Pero hay un grupo minoritario, una línea de fuga en el seno del movimiento piquetero nacional que desiste a ser domesticado por el gobierno, a partir de su premisa de construir desde el barrio: el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza.
La Matanza. 1997 hasta la actualidad. El MTD de La Matanza rechaza la “supuesta” ayuda del Estado. Se encuentra a contramano de la mayoría de las agrupaciones piqueteras. Decepción. Angustia. Camino sin salida: ¿hambre o redención domesticada? Búsqueda de salidas colectivas y democráticas. Camino autogestivo. Construcción desde el barrio: panadería; taller de costura; el CEFOCC, Centro para la Educación y Formación de la Cultura Comunitaria; editorial; taller de serigrafía; radio; escuela.
El MTD La Matanza comienza a “construir desde el barrio”, empíricamente, aprendiendo de sus propias experiencias. Esta construcción implica distanciarse de los cortes de ruta para resignificar el piquete y abocarse a la realización de auto-emprendimientos que tengan como punto de partida el propio barrio. La génesis de este MTD encamina su proyecto a partir de la horizontalidad, de la democracia directa y la búsqueda de un consenso, entreverándose como línea de fuga, en el marco de la burocratización del movimiento piquetero.
El MTD La Matanza ubica hacia el final de su línea de fuga, de su destino horizontal y cooperativamente construido, nuevas formas de relacionarse socialmente. La primera estación de dicho viaje es la inauguración de una escuela, en el seno de un proyecto educativo alternativo. En el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza, que esquiva el camino de la burocratización, la circulación resulta ajena y su obstrucción añeja.

miércoles, septiembre 13, 2006

Du de Evolución





Mercado. Hiperinformación. Hipoinformación. Infodesign. Macartismo. Complejos militares – culturales. Estigmatización. Ocultismo económico. Monopolio. Concentración. Convergencia. Tecnocracia. Oferta y demanda: géminis capitalista. Toma this. Globalización…
Bienvenidos a “Nueva Roma”[1]. Bienvenidos al mundo actual donde: la vedette es el Mercado (ahistórico, naturalizado); en donde la comunicación, la cultura y la información son aquellas planicies a partir de las cuales se edifica la hegemonía; donde la información socialmente necesaria se ve obstruida por las barreras de la desigualdad inequidad y pobreza; donde el dogma oficial enaltece a la tecnología y la ciencia; donde la construcción identitaria se asienta sobre los cimientos informacionales gestados en los teatros ficcionales etnocéntricos, monopólicos.
Marshall McLuhan presagiaba, años atrás, la consolidación de una especie de estadio de interacción y cohesión planetaria de la conciencia humana, a la que denominó Aldea Global. Dicha metáfora vislumbraba una cultura organizada, sistémica, homogénea, globalizada por la transnacionalización y los desarrollos tecnológicos comunicacionales. Pero semejante abducción no concebía que: una gran cantidad de inmigrantes iban a ser trasladados a zonas pobres, montando un escenario plagado de pobreza, delincuencia e ilegalidad; entre los hombres que se comunican en esta supuesta aldea existían tensiones, intereses y disputas que los apartaban de cualquier idea común; menos de un 20 % de la población mundial acumula más del 80% de la riqueza; las tres personas más ricas del mundo tienen activos que superan el PBI combinado de los 48 países menos adelantados. Es por esto que Aníbal Ford catapulta dicha abducción impregnada por los albores del avance tecnológico, al presentar lo que el considera el Conventillo Global. En dicha metáfora se encuentran datos, estadísticas y conceptos que la describen y la fundamentan minuciosamente. Tal es el caso de la desigualdad infocomunicacional, que Ford, concibe desde tres perspectivas: en cuanto a equipamientos, ya que, por ejemplo, Estados Unidos tiene 805 televisores cada mil personas, mientras que en Etiopía hay 4,4; desigualdades en información, la cultura y la comunicación, caracterizadas por las diferencias que se producen en la documentación y en la información sobre los diferentes países y culturas, dada la hegemonía de los Estados Unidos tanto en los buscadores de Internet como en los CD-ROM; mercantilización de la información, debido a que las necesidades sociales de información no se orientan en función de servicio hacia la opinión publica, sino que se estructuran bajo el manto mercantil.
Aquí finaliza el breve recorrido por Nueva Roma. Nueva Roma que nos ofrece una “confortable vida de simulaciones, invariables por toda una tecno-eternidad. ¡Bienvenidos, entonces, a los telejuegos chamánicos! Con la puesta en cámaras del distorsionador del destino de los telespectadores… ¡Buenas noches, comunidad![2]
[1] LA MOSCA Y LA SOPA (1991) / Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

[2] Solari, Indio: “Nueva Roma”. En Escritos. Política y poesía. Santa Fé: Kolectivo Editorial “Ultimo Recurso”, 2004.

Bronca Marchada en Arco Iris (Junto a Virginia Giacobbo).

Avenida Avellaneda. Barrio de Flores. Mañana pálida. Paredes murgueras, como testigos. Ritmos ausentes. Calles demacradas por la inexorable vejez del tiempo. Escenografía de verdes, rojos y amarillos empañada de dolor y reclamos desgarrados. Vergüenza. Dignidad. Justicia. Explotación. Esclavitud. Reivindicaciones. Posiciones encontradas. Tristeza. Imágenes. Pancartas. Gestos. Banderas en corazones. Memoria. Fuego encendido.
El fuego comenzó a arder el jueves 30 de marzo, en Caballito, con la muerte de dos adultos y cuatro chicos de nacionalidad boliviana que vivían y trabajaban en una fábrica clandestina, inhumana, junto a más de 60 personas. El siniestro dejó al descubierto una red de explotación y trabajo ilegal que padecían miles de ciudadanos bolivianos que vinieron a la Argentina en busca de un futuro mejor.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires encabezó, desde el lunes 4 de abril, una serie de inspecciones que desembocaron en el cierre y clausura de 52 talleres clandestinos de explotación. Dicho escenario generó la inmediata reacción de la comunidad boliviana de trabajadores al ver truncada la única de posibilidad de subsistir.
“Aquí no hay esclavos, hay trabajadores”, rezaba uno de los carteles protagónicos en la marcha que realizaron mas de 2000 bolivianos, por las calles de Buenos Aires para reclamar trabajo en blanco y la legalización de ciudadanos indocumentados. Además de cortar la calle Avellaneda del barrio de Flores, la colectividad boliviana marcho el pasado jueves por las calles de Once.
En la marcha hubo posiciones encontradas. Sentados en las veredas, con pancartas y banderas de Bolivia, los manifestantes pedían a los gritos “precios justos” por su trabajo y desmentían una relación de explotación. Otros, en cambio, reconocían ser explotados y trabajar más de dieciséis horas por precios irracionales. “La paga es muy mala, nosotros queremos trabajar dignamente” repiten varias mujeres que con sus hijos a cuestas trajinan, cansinamente, por el asfalto.
Los líderes de la manifestación se detuvieron en algunos accesos de los comercios y hubo tensión. Los empleados, atemorizados, cerraban las puertas de los locales. Los dueños de los negocios se enfrentaban a los manifestantes y argumentaban “Nosotros no los obligamos a trabajar 18 horas. Ustedes mandan plata a sus familiares en Bolivia, Si trabajan 18 horas es porque quieren. Que el Gobierno se ponga las pilas y que no corten mi calle.”. Paralelamente, los trabajadores textiles exigían “un tiempo prudencial para que los talleres se pongan en blanco”.
Barrio de Once. Dos agujazos posteriores al mediodía. El sol observa desde un plano senital. Marcha de la bronca. El imperio textil de cada esquina observa a sus hacedores. Destino Plaza de Mayo. “Evo te necesitamos, donde estás?” pregunta uno de las postales de la jornada sostenida por una ciudadana boliviana que participaba de la movilización.

jueves, septiembre 07, 2006

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En esta baulera literaria ustedes podrán encontrar tuberías averiadas del pasado yuxtápuestas con las verdades del presentismo urbano y cotidiano.

De Carne Somos



“Panorama circense, la argentina eh” y “la misma vieja historia vieja”. Dos enunciados acuñados por el viejo Don Chuleta, fiel reflejo tercermundista de la otrora creación hollywoodense, Bill “The Butcher”, bañado en sangre, tajando el viento con la extensión de su cuerpo: el cuchillo. Dos frases reflejos de la pura cepa suburbana actúan como los primeros eslabones de esta reconstrucción vertiginosa – para que no se corte la cadena de frío – de la historia argentina y de su hija prodiga, junto con el tango, la birome, el colectivo, el dul..., la carne.
Jugosa, seca o a punto se van turnando históricamente en la adjetivación del andrógino payador argento. De carne somos, fuimos y seremos, irremediablemente.
Hacia las primeras serigrafías nacionales Esteban Echeverría, en “El Matadero” describió con extremo sarcasmo y minuciosidad el rol de la carne en los primeros años de la historia argentina. Dicho universo narrativo es frecuentado por unitarios, federales, restauradores, sangre, iglesia, hambrunas, cuchillos, matanza, amenazas, ojos rojos, furia, vacas vaqueras, toros salvajes, decapitaciones, política, intereses económicos, miopía, ponderación irracional de las posturas, carniceros, espejismos, tormentas, predicciones. Esta última palabra se extrapola del universo narrativo para navegar por las ideas políticas y la concepción de la realidad que poseía el primer romántico de estos lares, quién finaliza su obra refiriendo que “el foco de la federación estaba en el matadero”.
Las incontables primaveras, veranos, otoños y, nuevamente, primaveras que se han sucedido a lo largo de la “Carnicería Argentina”, presenciaron, incansablemente, cómo fueron interactuando, pujando y relacionándose todos y cada uno de los actores y descripciones anteriormente señalados –algunos con otros ropajes-. Pero como la carne -uno de los principales actores económicos de Argentina, sino el principal- necesitaba ser condimentada, según aclaman aquellos híbridos “gastrohistoriadores”, se fueron sucediendo escenarios, hechos y actores que la condimentaron a gusto y piacere: invernadores, frigoríficos, criadores, industrialización, sustitución de importaciones, SRA, Tratado Roca-Runciman, divisas, comprar a quien nos compra, IAPI, restricciones a las importaciones y exportaciones, olgarquía, vaca loca, aftosa, inflación, etc.
Hoy en día mientras Sasturain sostiene que: “El melancólico peceto navega así, en salsa anodina y plato de vieja, sin un destino jugoso ni otra aventura a la vistaque un agridulce mechado violador”, la carne esta al horno, y nosotros la acompañamos, porque el nuevo viejo conflicto vuelve a reaparecer, bajo el manto inflacionario, con dos nombres propios: intransigencia presidencial y avaricia sectorial, y al parecer no hay un consenso que se pueda vislumbrar en el destino de dicha disputa. Mientras tanto, los comensales esperan ajenos.
Esta editorial o escrito es enunciativo más que explicativo, pero apuesta sus fichas a la reflexión de algunas cuestiones en la Ruleta de nuestro país.
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